viernes, 19 de agosto de 2011

La necesidad de unos días de vacaciones

A estas alturas del mes de Agosto, mucha gente ya ha terminado sus vacaciones, otros las están empezando, algunos están esperando para comenzar a disfrutarlas, pero... este año, hay mucha gente que se quedará sin ellas.



En los tiempos de crisis que estamos viviendo, y debido a la situación económica de algunas empresas y de muchas familias, hay mucha más gente que ha decidido seguir trabajando durante el período vacacional que le correspodía y cambiarlo por una contraprestación económica.


Entiendo cuáles pueden ser los motivos, en unos casos, es la empresa, la que, al haber despedido a gente por cuestiones económicas, exprime a los trabajadores que todavía continúan en plantilla y les pide que renuncien a sus vacaciones para poder hacer frente al trabajo pendiente. En otros casos, es la situación económica de la familia del empleado, debido a la altas tasas de desempleo, la que le obliga a negociar esta situación con su empleador.


Sin embargo, sea cual fuere la causa, es importante conocer por ambas partes, cuáles pueden ser las consecuencias de que no se disfruten las correspondientes vacaciones.


Las vacaciones son imprescindibles para aliviar el estrés. Si un empleado está estresado y no se toma el respiro necesario para poder librarse de esa situación, ésta se puede convertir en algo fatal, tanto para el trabajador, como para el empleador.


Todos sabemos las consecuencias que puede tener una acumulación de estrés. Tanto desde el punto de vista de la convivencia o ambiente laboral, ya que el estrés nos vuelve irritables, como desde el punto de vista de la salud, ya que está científicamente probado que los picos de estrés pueden desencadenar en enfermedades de todo tipo, que puden ir desde problemas en la piel, pasando por diabetes, hipotiroidismo o problemas renales, entre otros. Las conscuencias de todas estas enfermedades perjudicarán tanto al empleado como al empresario, ya que, bajo mi punto de vista, es preferible tener a un empleado de vacaciones unos días, que tenerlo de baja por enfermedad.


Esta es sólo una pequeña reflexión, para que quienes han decidido negociar el cambio de sus vacaciones por contraprestaciones económicas, ya sea por parte de la empresa, o del trabajador, teniendo en cuenta cuáles pueden ser las consecuencias de sus actos. Personalmente, considero que unos días de vacaciones no le vienen mal a nadie y a partir de esta reflexión, cada uno es libre de hacer lo que quiera, siempre con la información necesaria.


miércoles, 3 de agosto de 2011

Hacer lo que se espera de tí

Tras algunos sucesos que he vivido a lo largo de mi vida, sumados a situaciones que me han ido comentando otras personas, hoy me veo casi obligada a escribir sobre este tema.

Me he dado cuenta, de que hay muchas veces, en que nos vemos obligados a hacer cosas que no nos apetecen, simplemente porque es lo que se espera de nosotros. Esto puede llevarnos a cometer muchos errores y a entrar en un círculo vicioso que nos puede llevar al abismo más profundo si no lo sabemos controlar.

Todo empieza en nuestra infancia, cuando intentamos contentar a nuestros padres con cada uno de nuestros actos, empezamos a andar porque ellos son felices cuando lo hacemos, y aunque nos caigamos y nos hagamos daño, sintamos miedo a volverlo a intentar, lo volvemos a hacer porque ellos nos lo piden.

Más tarde, cuando empezamos a relacionarnos socialmente, intentamos hacer las cosas que más gustan a nuestros amigos, primos o hermanos mayores, por el simple hecho de que queremos ser aceptados por ellos.

La cosa se empieza a complicar cuando llegamos a la adolescencia, donde podemos optar por varios caminos, pero en cualquiera de ellos que escojamos, nuestro comportamiento siempre va a estar guiado por el afán de impresionar a otras personas, hacer lo que otros quieren que hagamos, ya sean nuestros padres, profesores, amigos, personas del sexo opuesto... nos volvemos más rebeldes, pero sólo en apariencia, en realidad es la época de nuestra vida en la que somos más influenciables, con la única diferencia, de que las personas en las que basamos nuestro comportamiento, suelen cambiar, ya no intentamos impresionar a nuestros padres o familiares, sino que nos interesa más nuestro grupo de amigos, sobre todo los del sexo opuesto.

Hasta este punto, todo parece normal y entra dentro del desarrollo normal de todo ser humano, el problema nos lo encontramos, cuando a nuestra edad adulta, todavía seguimos actuando como los demás quieren que lo hagamos.

Cuando nuestras amistades nos exigen un determinado comportamiento por el simple hecho de ser amigos, como por ejemplo que quedemos con ellos habitualmente, o que mantengamos un contacto obligatorio, que acudamos a determinados eventos, etc...

Cuando nuestra familia demanda la mayoría de nuestra atención, cuando se nos exige un comportamiento determinado, y ya no sólo nuestro, sino que esto suele ser extensible al resto de miembros de la familia formada posteriormente (pareja, hijos, etc) que puede estar o no de acuerdo con esas normas impuestas.

Cuando nos llegamos a sentir mal porque no tenemos cierto status social, porque nos hemos quedado desempleados, y pensamos antes en lo que vamos a decepcionar a los demás, que en cómo va a ser nuestra vida...

Entonces hemos generado un problema con nuestro comportamiento complaciente para con los demás. Llega un punto en que la gente está tan acostumbrada a que hagas lo que ellos esperan de tí, que se convierte en una obligación y si en un momento dado fallas en cualquier pequeño detalle, se va a considerar como un daño irreparable.

Entonces es el momento de pararte a pensar... ¿Dónde está el fallo? Es una buena pregunta para reflexionar sobre el tema... ¿Crees que es un fallo de los demás? ¿O es una consecuencia de tus propios actos? ¿Cómo crees que podrías atajar este problema?

Estaré encantada de recibir vuestras conclusiones, yo ya encontré las mías...