Puede considerarse la actitud como cierta forma de motivación social, de carácter secundario, frente a la motivación biológica, de tipo primario, que impulsa y orienta la acción hacia determinados objetivos y metas.
Eiser define la actitud de la siguiente forma: predisposición aprendida a responder de un modo consistente a un objeto social.
En la Psicología Social, las actitudes constituyen valiosos elementos para la predicción de conductas. La actitud se refiere a un sentimiento a favor o en contra de un objeto social, el cual puede ser una persona, un hecho social, o cualquier producto de la actividad humana.
Para mí, la actitud es lo que mueve los hilos de nuestras vidas, lo que nos hace ponernos en pie o hundirnos cada vez más.
Es una predisposición ante un acontecimiento, por eso se dice que hay que tener cuidado con lo que se desea, ya que al estar predispuestos desde un principio, tenemos muchas posibilidades de conseguirlo y, por tanto, corremos el riesgo de que se cumplan nuestros deseos, tanto si la predisposición es positiva como si es negativa.
Está científicamente demostrado, que una actitud positiva ha ayudado a la curación de muchas enfermedades (especialmente en casos de cáncer), e incluso con una buena actitud se ha conseguido mejorar a enfermos terminales, y ya no me refiero tan sólo a la actitud del paciente, sino que también ha habido casos en que un médico no ha dejado de luchar por un paciente al que se había dado por muerto y ha conseguido salvarle la vida.
Tras haber visto el poder que puede tener una actitud positiva, la actitud negativa es igualmente poderosa. Una persona con actitud negativa, jamás conseguirá hacer otra cosa que hacerse daño o hacer daño a los demás.
Los casos más conocidos de actitud negativa son los de personas depresivas, sin embargo no son los únicos, sin ir más lejos, yo tenía un familiar que falleció porque creía que se estaba muriendo, él era sordo y no le podíamos hacer entender que simplemente se estaba recuperando de un post-operatorio por una enfermedad común. La operación había salido bien, sin embargo, un día se despidió de todos nosotros y al día siguiente, antes de que fuéramos a visitarlo, nos llamaron del hospital para informarnos de que había fallecido. No hubo ninguna complicación, simplemente él estaba convencido de que se estaba muriendo y finalmente falleció.
Creo que para un coach es muy importante saber cómo mantener siempre la actitud positiva respecto a los procesos de coaching, si no confiamos en que vaya a salir bien, deberíamos dejar el proceso y derivarlo a otro profesional. También debemos enseñar a nuestros coachees la importancia de mantener una buena actitud respecto a la vida, ya que les será mucho más sencillo avanzar en sus proyectos y a nosotros también nos facilitará el trabajo.
Trabajemos nuestra actitud, favoreciendo siempre la actitud más positiva posible, de esta manera, seamos quien seamos y nos dediquemos a lo que nos dediquemos, queda garantizado el éxito. Os reto a probarlo…
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